miércoles, 11 de abril de 2012

TALLER DE LECTURA: " La historia del amor" de Nicole Krauss

El miércoles 16 de mayo tenemos la próxima sesión del taller de lectura, el libro escogido para comentar es "La historia del amor" de Nicole Krauss

La publicación de La historia del amor, segunda novela de Nicole Krauss, supuso la confirmación del extraordinario talento de esta joven escritora norteamericana, suscitando el elogio entusiasta de críticos y escritores, entre ellos el Premio Nobel de Literatura J.M. Coetzee. Con una sabia mezcla de humor y ternura, Nicole Krauss ha escrito una hermosa aproximación al insondable tema del amor, la pérdida y la memoria, además de un homenaje a la literatura y a la forma en que los libros pueden cambiar la vida de las personas.
Leo Gursky, cerrajero polaco jubilado en Nueva York, cuya obsesión es «no morirme un día en que nadie me haya visto», recibe misteriosamente el manuscrito de un texto que creía perdido, acompañado de una enigmática carta. Instalado en el ocaso de su vida, esta sorpresa lo lleva a bucear en los recuerdos de su lejana juventud, recuperando emociones que suponía enterradas. No muy lejos de allí, la quinceañera Alma Singer padece los dilemas y conflictos de su edad. Hace ya ocho años que su padre murió de cáncer y ella ha decidido que es hora de que su madre deje de estar triste, o sea, se dispone a encontrarle un nuevo marido. Cuando en su camino aparece La historia del amor, una novela rara, escrita en yidis, publicada en español y comprada por su padre en una librería de Buenos Aires, los interrogantes se suceden. ¿Por qué su padre se la regaló a su madre muy poco después de conocerla? ¿Quién era su autor? ¿Y quién es el misterioso hombre que ha encargado a su madre que traduzca el libro al inglés? Como en una afinada composición musical, la intensidad de la historia va aumentando progresivamente hasta que los pasos del anciano que busca reconciliarse con su pasado y la adolescente que quiere poner remedio a la soledad de su madre se entrecruzan mediante una ingeniosa y compleja trama cuyos hilos convergen en un final inolvidable. Con un tono intimista y envolvente, la autora ha logrado lo más difícil, contar una verdadera historia de amor en el sentido más amplio y profundo de la palabra, una historia llena de pasión y melancolía que conmoverá a todo tipo de lectores.

martes, 10 de abril de 2012

Mirada de Género sobre la Crisis: hacia una economía feminista

Heroína de lo Periférico, esta conferencia online de Amaia Pérez Orozco, economista y experta en economía feminista o con perspectiva de género, esa que por desgracia no se aplica en todas las disciplinas del saber pero que cada día, gracias a la labor de numerosxs activistas, avanza un paso más para convertirse en un modelo de análisis que no puede faltar en casi ningún estudio serio y actual.
En este vídeo Amaia nos habla de las alternativas a la crisis desde una pespectiva feminista, cuál es la mirada feminista sobre la crisis y, por último vertebra su discurso en dos vertientes diferentes: Hacia dónde va la lucha social por la mejora del sistema, o, siguiendo sus palabras “cuál es la vida que merece ser vivida” y cómo gestionar la organización de ese nuevo modelo de lucha social que ya no quiere luchar por el crecimiento, el desarrollo o la proyección económica internacional.

Ante su apabullante claridad y la brillantez de su discurso, como comprenderéis, no tengo más remedio que dejaros su testimonio, más un interesatísimo artículo en PDF que podéis descargar aquí para que la conozcáis un poco más: Amaia Pérez Orozco, “¿Hacia una Economía Feminista de la Sospecha?” y, finalmente, dejar a vuestras mentes abandonadas a la reflexión, a la rebeldía que Amaia nos propone y la reinvención de un nuevo modelo de gestión ciudadana y de construcción de alternativas sociales desde un prisma feminista.

Ver documento completo: Coletivo feminista en movimiento

lunes, 9 de abril de 2012

Metodología para guiar a las empresas en la elaboración de planes de igualdad

El Instituto Vasco de la Mujer, Emakunde, ha publicado una Metodología para la elaboración de diagnósticos y planes para la igualdad (descargable íntegra en formato pdf desde www.emakunde.euskadi.net) cuyo objetivo es ayudar a las empresas a integrar en su seno la igualdad de manera estratégica y central, ofreciendo una herramienta para hacer seguimiento de los avances y retrocesos en todos los ámbitos de la empresa, en su dimensión interna y externa. Por otro lado, la metodología posibilita la comparación con otras entidades y de esta manera poder determinar las mejores prácticas en términos de calidad, eficacia y rentabilidad.


Pretende dar respuesta a dicho contexto normativo y a la necesidad detectada por parte de Emakunde en su trabajo con empresas, entidades de consultoría, sindicatos y otras entidades privadas de contar con una herramienta para todas las empresas y entidades que deseen incorporar la igualdad de mujeres y hombres en su organización a través de la puesta en marcha de un Plan para la Igualdad, basado en un diagnóstico de calidad.
Se trata de un instrumento operativo, con vocación de permanencia y de carácter integral. Asimismo, pone el acento en los datos cuantitativos y en los indicadores calculados a partir de ellos. Además, proporciona un formato de hoja de cálculo para facilitar la recogida de datos de forma exhaustiva, flexible y comparable y permite resumir la información clave de la empresa en un cuadro de mando de indicadores. En este sentido, es un método de diagnóstico que ha de complementarse con información documental, entrevistas y encuestas a la plantilla.
Emakunde anima a todas las empresas y entidades privadas vascas a que se sumen a la experiencia de incorporar la igualdad de manera efectiva en sus organizaciones a través del uso de esta herramienta y de la elaboración de un plan para la igualdad, no sólo porque es una obligación legal para muchas entidades, sino porque la igualdad efectiva de mujeres y hombres es una aspiración de nuestra sociedad y supone una mejora en la eficacia y en la competitividad de las empresas.

El uso del lenguaje inclusivo: Un discurso y una práctica más justa para ’tod*s’

En todas las sociedades existen relaciones asimétricas y jerárquicas que se construyen y expresan en el discurso, al mismo tiempo que éste contribuye a que estas relaciones se mantengan; es decir, los fenómenos sociales discriminatorios se manifiestan en los discursos. El sexismo presenta una imagen descalificadora y desvalorizada de las mujeres, mientras que el androcentrismo consiste en su exclusión e invisibilización. Del mismo modo, la homofobia plantea una imagen desvalorizada y peyorativa de la homosexualidad, mientras que el sistema de sexo-género binario invisibiliza y excluye del discurso cualquier realidad que no se ajuste de forma clara a la división entre hombres y mujeres.
Los idiomas no son machistas ni discriminatorios en sí mismos, lo son los usos que se hacen de ellos; dicho de otro modo, es en el discurso donde se expresan las ideologías. ¿Pero cómo expresamos nuestra ideología? Al seleccionar unos elementos de la lengua y no otros, al seleccionar unas estructuras gramaticales y no otras o determinadas palabras o expresiones y no otras.
La producción e interpretación de los discursos está estrechamente vinculada a su contexto sociopolítico. Aquí entra en juego lo apropiado y correcto según la normativa lingüística como principal freno a los cambios. Lo apropiado no deja de ser una convención que no es ajena a los discursos y categorías ideológicas hegemónicas, criticables por varios motivos: asumir una homogeneidad cultural en el habla que no se le presupone a otros ámbitos de la experiencia social; excluir cualquier uso conscientemente disruptivo de la lengua; obviar que lo supuestamente inapropiado puede ser enormemente pertinente, o la única alternativa posible, para expresar determinados sentidos.
Podemos y debemos plantear cambios en el uso de la lengua con el fin de intervenir en el orden social. El primer paso es cuestionar las creencias y suposiciones presentadas como "naturales" y "correctas", como sucede por ejemplo con el uso abusivo del masculino gramatical como genérico que ofrece discursos androcéntricos. La gramática es muy resistente al cambio porque está íntimamente relacionada con el uso adecuado y normativo de la lengua. Desde una postura crítica, no podemos aceptar un conjunto de normas inmutables que encorsetan nuestro uso de la lengua. Y es que hay que preguntarse qué clase de normas son y quién las define, para quién y con qué intención.
La lengua no deja de ser un código establecido que requiere adecuarse al contexto para entenderse plenamente. En el proceso comunicativo consciente o inconscientemente tenemos en cuenta elementos como el medio (no es lo mismo hablar con tus amigas que escribir para una revista científica), la audiencia (varía en función de si conoces o no a las personas destinatarias de tu discurso) o la intención comunicativa (tampoco es lo mismo intentar vender algo que expresar tus proyectos), por ejemplo. Contamos con un abanico de alternativas cuyo uso está condicionado al contexto en el que se produce la comunicación.
De hecho, el control por el uso de la lengua que cada una hacemos debe comenzar por una reflexión sobre los usos de alternativas, en este caso al masculino gramatical usado como genérico, dependiendo del contexto que se trate. Para ello, debemos pensar también en quién es el referente al que se pretende representar. ¿El referente es un grupo mixto cuyos componentes conocemos? ¿O es una persona de la que conocemos su sexo? ("Voy a mi médica de cabecera"). ¿O son personas indeterminadas o incluso prototípicas? ("Necesito pedir cita al médico").
Analizando el tipo de referente real al que aludimos, vemos que para unos casos es relativamente fácil y adecuado encontrar alternativas al uso y abuso del masculino como genérico, mientras que para otros hay disparidad de opciones y opiniones.
Decía Sapir que "los hábitos lingüísticos de nuestra comunidad nos predisponen hacia ciertas clases de interpretación". Es cierto que el machismo y la homofobia presentes en el uso que hacemos de la lengua sólo lograrán ser superados cuando cambien las estructuras sociales que producen y potencian estos usos. Sin embargo, se puede incidir paralelamente en la lengua y establecer una influencia recíproca entre lengua y orden social. Para ello hace falta cambiar algunos usos de la lengua, de forma que permitan nombrar a todas las personas de manera justa.
Cuando hacemos la selección de los elementos de la lengua para comunicarnos y no sólo del léxico sino también de las estructuras sintáctico-gramaticales, tenemos la oportunidad de posicionarnos ideológicamente a través de nuestra selección, de nuestro discurso, aunque esto suponga transgredir la norma, lo natural o la costumbre en pro de cuestionar el patriarcado. Así vamos generando condiciones de posibilidad que permitirán dar pasos hacia su erradicación.

Fuente: AmecoPress

Cien veces feminista

Soy cien veces feminista; ¿por qué no?
Sostiene el Profesor cubano Julio César González Pagés


« La mujer debe atender la casa, los hijos y a su esposo; el hombre hace otras cosas. Siempre ha sido así, porque la mujer es mujer y el hombre es hombre y eso nadie puede cambiarlo». Así le espetó la madre a su hija en una de las escenas más contundentes de la película cubana Retrato de Teresa, de 1979. La protagonista, en la figura de la actriz Daysi Granados, se enfrentaba diariamente no solo a su marido Adolfo Llauradó, sino a toda la sociedad que, erigida sobre los cánones de la masculinidad, esperaba de ella lo mismo que de todas las mujeres.
La doble jornada, en el trabajo y en la casa; las limitaciones por ser madre y esposa; las exigencias de sus complacencias y la nula posibilidad de aspirar a sus sueños constituían el móvil de lucha de la protagonista del filme, en el afán por cambiar esa realidad.
Tres décadas después, aun cuando mucho se ha logrado en el camino por hacer de la mujer partícipe activa en la construcción de la sociedad y de su propia vida, persiste el influjo de la hegemonía masculina, generadora de inequidad y violencia.
Así piensa el profesor Julio César González Pagés, a quien le resulta contradictorio que el centenario del feminismo en nuestro país, justo este año, no sea considerado una fecha de celebración y motivaciones y, por el contrario, pase casi inadvertido.
«La mujer puede ejercer su derecho al voto y hacer uso de la Patria Potestad; divorciarse legalmente de su cónyuge si así lo quiere; ocupar cargos de dirección o políticos y todo ello, unido a otros derechos, hoy son asumidos como parte de nuestra “normal” vida cotidiana, gracias a numerosas mujeres que, en el mundo entero y también en Cuba, desde 1912 específicamente, aunaron sus esfuerzos para eliminar la desigualdad social».
Incomprendidas antes de la Revolución por su ideología feminista, acusadas de desestabilizar el régimen y tildadas, tácitamente, de homosexuales, muchas en Cuba abogaron por la unión intersectorial con el objetivo de satisfacer sus demandas. «Por ello, cien años atrás, crearon en La Habana tres organizaciones abiertamente feministas: el Partido Nacional Femenino, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Popular Feminista, mediante los cuales hicieron valer sus derechos en una sociedad que por herencia histórica era, y es, patriarcal y machista», explicó el coordinador general de la Red Iberoamericana de Masculinidades.
La importancia del movimiento del feminismo en Cuba fue tal, asegura Pagés, que se le considera precursor del que más tarde se gestó en América Latina.
«Los congresos de 1923 y 1925 de la Federación Nacional de Asociaciones Femeninas resultaron de trascendental significación, como lo fue que en la Constitución de 1940 tomaran cuerpo todos esos anhelos.
«Esa lucha feminista siempre se ejecutó desde la unión, no solo entre las mujeres de distintos sectores y clases sociales, sino también con hombres como Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, Miguel de Carrión y Carlos Loveira, entre otros (catalogados como miembros adictos)». Ello permitió, asevera, que en 1959, cuando triunfó la Revolución, parte del camino hubiera sido ya desbrozado.
«Tuvieron lugar otros cambios necesarios, impulsados principalmente por la Federación de Mujeres Cubanas, que sin ser una organización declarada como feminista, desplegaba acciones de ese carácter, cuyos resultados son palpables hoy. Sin embargo, no ha sido suficiente».
No se trata de que no se reconozca, desde el punto de vista histórico, aunque a veces sí sucede, el mérito de estas feministas y sus resultados, agrega, sino de que en la Cuba de hoy persiste, desde el punto de vista social, cultural y psicológico, tanto en hombres como en mujeres, la ideología que pondera el machismo.
Derribar la muralla
El feminismo, erróneamente catalogado como «el machismo de la mujer», cobró auge a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y su esencia se basa en la igualdad de derechos y deberes de hombres y mujeres en los diferentes espacios.
Su contrario, ese que se reproduce desde los patrones familiares, desde hombres y mujeres, es el que genera todavía la división de azules y rosados para niños y niñas, respectivamente, así como el juego de las casitas por un lado y los soldaditos por el otro, la delicadeza y sumisión en unas y la rudeza y la superioridad, ¡sin lágrimas!, de otros.
Refiere Pagés que desde que Aurelia Castillo se refiriera al machismo en su artículo La muralla, publicado en El Fígaro, en tanto muralla de la inequidad que había que derribar, y Mariblanca Sabas Alomá se manifestara contra la asociación conceptual de feminismo y lesbianismo que le impusieran en su época, hasta nuestros días, la sociedad no ha cambiado lo suficiente, desde el punto de vista sociocultural.
«La mujer tiene oportunidades en el mundo laboral, político, público, cultural, pero sigue estando comprometida con sus roles en la vida doméstica, intransferibles al parecer y limitantes del resto. Continúa siendo mostrada, hasta en los medios de comunicación, como la subordinada al «macho», y sigue enfrentándose a la condena popular cuando intenta cambiar sus roles.
«Provengo de una familia sui géneris, lo confieso, y tal vez por ello me cuesta ser parte de eso. Mi abuela materna militó en una organización sufragista. Mis padres, emigrantes españoles, preconizaban una forma de vida, sobre todo desde la visión de mi madre, marcada por esa condición. A su vez, fuimos cinco hijos varones y nos educaron en la equidad, la igualdad de oportunidades, decisiones y responsabilidades, sin que el género lo determinara.
«Más tarde, durante los estudios universitarios aumentó mi interés por los temas relacionados con estas diferencias de género, patrones e influencias, entre otros, y hoy me siento orgulloso de haber contribuido desde las aulas, como profesor, a la formación de una conciencia antimachista en la mayoría de mis alumnos».
La familia es el núcleo de todo lo que se quiere construir, insiste el autor de Macho, Varón, Masculino, y es precisamente en esta donde el prejuicio se abre paso, y luego en la escuela y en la comunidad.
«La equidad, se quiera o no, se construye desde la cotidianidad, no desde las normativas o los decretos que, aunque progresistas y viables, no pueden evitar la reproducción de fobias y conceptos ambiguos desde la educación y la cultura. De hecho, existe hace casi una década la modificación de la Ley de la Maternidad, en la que se refleja que los padres también pueden optar por licencia para cuidar a sus hijos. Sin embargo, ¿cuántos hombres en el país se han acogido?
«Tiene que ver con el cómo educamos a nuestros hijos, con la manera en la que concebimos los productos comunicativos y proponemos una imagen de la mujer, erotizada y vampiresca, o por el contrario, sumisa y pura; la forma en la que llevamos nuestras relaciones de pareja y, por ende, con respecto a los demás», acotó.
¿Se considera usted feminista?
Sí, claro, lo soy, y en el año del centenario me declaro cien veces feminista, si es necesario; ¿por qué no?
Comparto una ideología que otorga iguales derechos y deberes sin importar el género; por ello todo el que así piense es feminista también, sea hombre o mujer.
«Lo que sucede es que el término asusta y que es difícil no ser machista en un mundo erigido como tal. En Cuba, además, hay un desconocimiento bastante generalizado sobre el término, la ideología, sus propuestas. No solo porque no esté incluido en los planes de estudio de carreras como Historia y Filosofía, lo que me parece inaudito, sino también porque lo radicalizan demasiado y los patrones se reproducen a diario.
«Trabajo estos temas desde 1987 y aún como profesional estoy acostumbrado al “sabotaje”, podemos decirle así, tan solo por el hecho de ser hombre, porque en esa radicalización del pensamiento, no se permite poner en duda la hombría y hasta las mujeres, en muchos casos, aclaran que son femeninas y no feministas», enfatiza Pagés.
Ahora que el país se piensa diferente, para bien —añade el también consultor de la ONU para temas de masculinidad y violencia en Latinoamérica— es un buen momento para que se lleve adelante el debate sobre los derechos, más que sobre los roles, lo cual es imprescindible, en nombre de las mujeres que iniciaron esta lucha décadas atrás, y en el de las que aún padecen la carencia de expectativas.
«Si nos lo proponemos, Cuba puede teñirse de violeta, que es el color que identifica al feminismo, debido a que el 8 de marzo de 1908, cuando el dueño de una fábrica textil en Nueva York la incendió, con 129 trabajadoras dentro, para acabar con la huelga que ellas protagonizaban, el humo que emanó del incendio tenía esa tonalidad, por el color de las telas con las que trabajaban.
«Desde cualquier espacio puede desarrollarse una buena propuesta, tal como lo hace la cantautora cubana Rochy con su proyecto Todas contracorriente, encaminado a sentar las bases de una cultura de paz desde la música, eliminar estereotipos y luchar contra la violencia de género. Podemos hacerlo, y así seremos más los partidarios del feminismo, una de las cartas de triunfo para el logro de una sociedad más justa, más equitativa y menos traumática», concluyó el historiador.

Fuente: AmecoPress